El domingo 19 de noviembre cuatro componentes de nuestro Club viajaron a Valencia para participar en uno de los Maratones más importantes y concurridos de nuestro país. Los cuatro consiguieron llegar a meta en una edición en la que, además de haberse batido la marca de la prueba, se estableció un record a nivel nacional ya que ha sido el Maratón más rápido corrido en España.
Éstas son las experiencias vividas por Luis Fornos, Manuel Rafael Pérez, Óscar Garrido y Felipe Iglesias.
Por Luis Fornos:
Sexto maratón, ¡Valencia!, esta vez lo comparto con tres compañeros del Club Esprintes Ourense. Lo afronto con ilusión, a pesar de haber empezado tarde a entrenarlo. Las sensaciones de las últimas semanas habían sido buenas, tanto, que el planteamiento era intentar acercarme o bajar de 3:30:00 si me veo cómodo. Llega el momento y en la salida me encuentro con mi cuñado Celso Blanco y sus compañeros, «la cosa pinta bien» me digo, tengo al cuñado controlado. Pistoletazo de salida y empezamos algo atascados por tanta gente que había, no me preocupaba porque la idea era ir tranquilo al principio y aumentar ritmo poco a poco. Fuimos juntos Manolo, Óscar y yo, porque Felipe estaba por delante ya que había salido en otro cajón, y mi cuñado se me escapó a los 800 m. Fuimos cogiendo ritmo a partir del km 5, las pulsaciones iban un poco altas pero las sensaciones eran buenas. Fui con Manolo hasta el Km 30 donde pillamos a Felipe, ahí apreté un poco, tenía fuerzas, a ver hasta dónde me llegaban. Cómodo hasta el 38, donde empecé a regular, había mucha gente animando y había que disfrutarlo. Llegando a meta veo a ¡¡¡mi cuñado!!! a unos 50 m, acelerón y éste no se me escapa, ¡¡lo pillo en la penúltima curva!!, a partir de ahí la alfombra azul, a disfrutaaaarrrr… tiempo final 3:30:23 con mejor marca personal. Objetivo cumplido, ha salido bien. Al poco ya llegan mis compañeros, Manolo, Felipe y Óscar… enhorabuena!! otro Maratón a la saca!!
Por Manuel Rafael Pérez:
Han sido 42 kilómetros de auténtica locura deportiva. Casi veinte mil valientes en un día algo fresco para lo que nos tiene acostumbrado la tierra de la paella. Era mi oportunidad y salí a por ello desde el km 0. Metido en un ritmo cercano al que tenía entrenado y en buena compañía, me doy cuenta de que estoy alto de pulsaciones. Pero con miles de personas a ambos lados animando, la adrenalina fluía a niveles muy altos ¡vamos!
Impresionantes avenidas de una preciosa ciudad moderna y ordenada, me llevaron casi en volandas al km 38 donde empecé a sufrir el cansancio severo de la emoción. Terco como gallego que soy y CDC paso la alfombra azul sobre el agua en un final que muchas carreras soñarían en algo más de tres horas y media.
Ha sido un placer haber venido y gracias a mis compañeros de viaje por hacer de esta carrera algo inolvidable.
Por Óscar Garrido:
Ésta era mi segunda experiencia en una carrera tan exigente como es el Maratón. Venía con ganas de desquitarme del que corrí en Coruña tres años antes pues, aunque lo terminé, no conseguí correrlo seguido teniendo que parar unos minutos para recuperarme del esfuerzo. En esta ocasión iba con los “deberes hechos” y un entrenamiento de casi tres meses, bajo mi punto de vista, bien realizado.
El entrenamiento contenía “tiradas largas” los domingos, de las cuales caben destacar tres tiradas de 32 kilómetros. Todas ellas muy duras pero que considero que fueron muy importantes para el tramo final de la prueba. Compartí charlas de whatsapp y algunas carreras con los compañeros del equipo que vendrían conmigo a Valencia (Felipe, Luis y Manolo). Esto fue muy importante pues entre nosotros nos animamos, nos reímos, nos quejamos, y disfrutamos de todo lo que conlleva la preparación de esta prueba.
Llegó el fin de semana que tocaba irse a Valencia. Cómo no, allá nos fuimos los cuatro magníficos. Llegamos el viernes cargados de ilusión y también algunos nervios. Como compañeros de faenas son gente excepcional. Esto no hubiese sido lo que fue sin ellos. Recogida de dorsales, visita a la ciudad, turisteo, unos cafés y por increíble que parezca, yo pasé mucho frío. No tanto el resto de mis colegas de equipo. Entre que estaba fresco el día, que soy friolero y que quizá no tenía el cuerpo fino… esta fue una de las sensaciones que más me marcaron el fin de semana.
Y llega el día de la carrera. Nervios a tope. Madrugón, desayuno y preparativos. Nos encaminamos al lugar de la salida y la sensación de frío ya no era sólo mía. Un pis rápido en un matorral y a meterse en el cajón.
Empezamos a correr. Yo me quedé pegado a Luis y Manuel. Felipe ya había salido unos minutos antes desde otro cajón. Comenzamos algo atascados y así durante al menos dos kilómetros. Mi objetivo de 3:30 empezaba a peligrar con estos segundos perdidos. Seguí unos kilómetros detrás de mis dos compañeros y empezaron a subir las pulsaciones. Me empezó a entrar el miedo. Si seguía con ellos a estas pulsaciones el pinchazo posterior lo tenía casi asegurado. Así que aflojé ritmo y me dejé llevar por mis sensaciones.
Y así transcurrió el tiempo y los kilómetros… entre ánimos del público, grupos de música y ambientazo en general. Disfrutando esta vez sí, del sol, de la temperatura y de la ciudad. Y así hasta el kilómetro 37 o 38 sin mayor problema. Y fue aquí donde el famoso muro apareció. Tuve que aflojar ritmo, armarme de coraje y seguir para adelante.
Los dos últimos kilómetros fueron muy sufridos, como era de esperar, pero la llegada a meta lo compensó con creces. Allí estaban esperándome los tres compañeros de fatiga y la alegría se multiplicó al ver que los cuatro estábamos felices con el resultado.
Mi conclusión de esta carrera es que mereció y mucho la pena. Disfrutamos no sólo de la carrera en sí, sino también de los largos entrenos a los que nos hemos enfrentado día tras día, semana tras semana. Ya sólo queda pensar dónde será el siguiente.
Por Felipe Iglesias:
Tras terminar el Maratón de Coruña en primavera, poco tardé en decidir que el próximo sería el de Valencia. Conseguí «convencer» a tres compañeros más que, durante el tiempo de preparación, compartimos entrenos, consejos, experiencias… En mi caso, estuve nadando hasta la Travesía de Coruña el 1 de octubre y eso significó que el plan de entrenamiento se redujo considerablemente a un mes y medio. La idea era correr el Maratón para terminarlo, conseguir marca sería imposible con ese entreno y, porque además, y fue cosa que me obsesionó y me sigue obsesionando: no consigo bajar peso…
El viaje con los compañeros espectacular, siempre pasa cuando te juntas un pequeño grupo y me recordó mucho a la experiencia vivida cuando fuimos, también cuatro, al Maratón de Barcelona hace ya algunos años. Conseguí olvidarme de temas personales esos dos días y me vino bien, me reí, sufrí y disfruté.
Para la carrera tenía pensado ir por pulsaciones, intentado repetir lo vivido un año antes en San Sebastián, donde quedé más que satisfecho con el tiempo en meta. Pero Valencia «es diferente» y, al igual que han contado mis compañeros, mis pulsaciones subieron más de lo previsto y yo, «casi» fiel al plan, tuve que medirme. En la salida, con algo de fresquete mientras nos encaminábamos al cajón, me junté con David, un tío muy majo del CARMA al que conozco desde hace algunos años, y fuimos más o menos juntos los primeros dos o tres kilómetros, pero su guerra era diferente de la mía y vi como se iba a buen ritmo. La primera mitad de la prueba discurre por la parte norte a la Ciudad de las Artes y la Ciencias, se acerca a la playa de las Arenas, zona de la Politécnica, Mestalla, etc… para mí una zona muy fea donde el recorrido iba y venía por algunas calles: primero la pasabas para arriba, luego girabas a otra pero al rato volvías por la de antes (creo que hubo una rotonda que vi tres o cuatro veces, en cada ocasión desde una perspectiva diferente). A mí esa zona no me gustó. En el km 20 me adelanta Celso, el cuñado de Luis… al rato tres corredores de Lamargha, entre los que están Alberto y Martín que pasan a buen ritmo (me alegro por ellos, van bien).
Se cruzaba el antiguo cauce del Turia y se iba a la parte histórica, donde puedo decir que disfruté más del espectáculo de las calles, edificios, puentes… En el km 30 me pasa a toda pastilla Luis, haciendo una especie de «sprint» para tocar los huevos… se queda un rato conmigo hasta que aparece Manolo y se van. Es donde tomo el gel final y me digo: ahora pasa de pulsaciones, como te habías propuesto, y corre a tope… y así hice.
A mí la animación me pareció numerosa, en cuando a número de personas en las calles PERO… puedo decir con la mano en el corazón, que me llegaron muchos más ánimos en Donostia que aquí. Pudo ser porque éramos muchos corredores y no se personalizaba tanto el saludo y el ánimo como en las calles donostiarras. No sé si fue por eso o porque el cuerpo no daba mucho más, que los últimos km se me hicieron eternos aunque mantuve el ritmo mientras me decía: «ni se te ocurra caminar, sabes que no hace falta». De esta manera llegué a la zona de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, bajando ritmo para disfrutar esos dos últimos km, entré en la alfombra azul que sitúan sobre una estructura que va por encima del estanque junto al Museo y fui mirando a ambos lados, a las tribunas del público, saludando aunque allí no tenía a nadie para devolverme el saludo y, de repente, veo a una desconocida saludándome… «qué gracia, al menos me devuelven el saludo». Y ya disfruto de la meta, en 3 horas y 40 minutos netos, levantando dos dedos para marcar mi 11º Maratón y lanzando un beso al aire para que le llegué volando a mi madre a Ourense. Acabé fundido, lo di todo para mantener ritmo, no caminar y terminarlo bien… varios minutos para recuperar pero, al rato, todo estaba al 100%… o casi.
Fotos: Felipe Iglesias.